Inspiración con denominación de origen

Cada lugar tiene algo especial y característico. Ese símbolo que le haga diferente. Y Logroño no podía ser menos. La baldosa de Logroño. El suelo de la ciudad tiene un dibujo específico que lo hace especial. Caminando por las principales calles de Logroño podemos ver y pisar las baldosas típicas que representan dos hojas de vid y dos uvas, una baldosa preciosa y símbolo de la cultura del vino de la rioja, patrimonio de la ciudad.

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La baldosa típicamente riojana no es una baldosa cualquiera. En ella se reproducen en relieve los dibujos de dos racimos de uva y dos hojas de parra. El modelo no sólo evoca algo tan nuestro como es el vino sino que además es exclusivo de Logroño. Se escogió las uvas para trasladar al pavimento de Logroño el emblema más característico de La Rioja siguiendo la costumbre de otros municipios españoles que hacían lo propio con sus señas de identidad particulares.

Aunque no se puede datar con exactitud la fecha de nacimiento del modelo, todo parece indicar que se remonta al inicio de la década de los setenta. En su creación colaboraron José Luis Tenorio, entonces arquitecto municipal de Logroño, y Jordi Ros, diseñador de la empresa catalana Escofet, una de las más reputadas del país en la fabricación de pavimentos durante el siglo pasado.

Su presencia es visible en calles como Vara de Rey, avenida de la Paz o Victor Pradera, pero los espacios donde puede apreciarse son cada vez más reducidos. Quizá se debería de cuidar la conservación de esta baldosa típica en Logroño.

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Pero el dibujo de la baldosa logroñesa ha servido de motivo de decoración de varias superficies y objetos. En la Pastelería Tupinamba, se puede degustar esa baldosa en forma de tarta de vino o chocolate. Mientras que puede pasar a formar un abalorio o a ser el motivo del pañuelo de fiestas de San Mateo.

Escrito por Marina Armas

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